Se trata de una especie endémica que habita en la cueva “El Aerolito” de la isla.
Ciudad de México.- Un estudio inédito liderado por la Universidad Autónoma de México (UNAM) detectó la presencia de ofiuros cavernícolas, una especie endémica que habita en la cueva “El Aerolito” en Cozumel, el primero de estos especímenes en México y la tercera en el mundo.
Científicos del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (OCML) junto con integrantes de la Universidad de Quintana Roo, observaron que este tipo de ofiuros, hallados en 2019, tienen una pigmentación distinta, debido a la escaza luz de la cueva, y extremidades más largas, en comparación de las especies que viven fuera de ese entorno.
“O. commutabilis es de mayor tamaño en relación con las especies de ofiuros que habitan fuera de la cueva. Sus brazos y pies ambulacrales (con ventosas) son más largos, y los individuos adultos tienen características juveniles (paedomorfismo)”, aseguraron los autores del estudio a través de un comunicado de la Máxima Casa de Estudios.
Los ofiuros cavernícolas o “Ophionereis commutabilis” son un grupo de animales marinos perteneciente a la familia de los equinodermos (ekhino: espina, y derma: piel), de igual modo que los erizos, las estrellas de mar, los lirios y los pepinos marítimos.
Para su detección, los investigadores de la UNAM emplearon métodos comparativos entre otras dos de las especies que habitan en “El Aerolito”, como “O. commutabilis” y “O. reticulata”, y que en conjunto son denominadas como troglomórficos, animales que habitan en zonas oscuras.
“El troglomorfismo es una adaptación a la vida cavernícola y se ha investigado principalmente en artrópodos y vertebrados de cuevas acuáticas y terrestres. No se había analizado en equinodermos exclusivos de cuevas, sólo teníamos suposiciones de su apariencia”, detalló Francisco Alonso Solís-Marín del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML).
Particularidades de esta especie
El universitario explicó en un comunicado de la Universidad Nacional, que la vida cavernícola implica condiciones, como ausencia de luz, baja cantidad de oxígeno y temperatura, así como escasez de alimento.
De entre las particularidades observadas “el rasgo más notorio es la longitud de los brazos y de los pies ambulacrales, así como el sistema de fotorreceptores o receptores de luz y la pigmentación peculiar, con colores opacos como gris o blanco, probablemente resultado del ambiente donde residen, con luz casi nula”, destacó Solís Marín.
Biodiversidad del “El Aerolito”
En cuanto al hábitat de “El Aerolito”, que cuenta con cerca de 180 metros de canales y reservorios, se encuentra en una situación vulnerable debido al desarrollo de complejos turísticos como la construcción de campos del golf, que requieren el uso de fertilizantes que se esparcen dentro de la cueva marina, lo que podría perturbar el estado habitual de su ecosistema, advirtió el investigador.
En “El Aerolito” habitan más de 100 especies de invertebrados marinos, lo que lo convierte en uno de los sistemas de agua más ricos en vida. Por lo que Solís-Marín consideró que “es necesario un plan que proteja a estos ambientes frágiles sin perjudicar el turismo de la zona”.
El académico expuso que, tras la conclusión del confinamiento, seguirán con la exploración de la cueva: “Dar a conocer los resultados de este trabajo es un logro para el Instituto y para la Universidad de la nación; es la primera vez que se tiene evidencia de las adaptaciones de estos organismos acuáticos en cuevas, que se alimentan de tapetes microbianos”, detalló.
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