Cuando uno de los Fernández se aferra a algo, lo consigue. Éste fue el caso de Alejandro Fernández cuando se desafió a él mismo y volvió a llenar la Monumental Plaza de Toros México con su gira Amor y patria, en la que no faltó el tequila, la presencia de grandes como Juan Gabriel, José Alfredo Jiménez y Vicente Fernández, y un repertorio digno de una noche completamente mexicana.
Con los músicos en su posición, a las 21:45 horas las luces de la Monumental se apagaron y el sonido de las trompetas comenzó lo que sería la obertura de la gran velada mexicana que El Potrillo tenía preparada para las 43 mil personas que abarrotaron el recinto de la colonia Nápoles de la Ciudad de México.
Así, en medio de una ovación generalizada y continua, Alejandro apareció ataviado con el típico traje de charro negro con hilos dorados, arrancando los gritos del público, para que sólo instantes después de que llegó al centro del escenario, hiciera cantar a la Plaza completa El Rey.
Con las luces encendidas, Alejandro agradeció al público por su respuesta que de principio a fin fue la misma: gritos, piropos y aplausos, muchos aplausos. Así llegó el turno de Que seas muy feliz, tema que se iluminó con tonalidades amarillas en el escenario, el cual se montó en medio del ruedo, lo cual permitió que los asistentes vieran desde cualquier punto de la plaza.
Esos 360 grados de visión se completaron con las botellas de tequila que fluían por los lugares. Por tres mil pesos los vendedores ofrecían hielo, la botella en un cilindro de plástico —para no entregar el vidrio— y algunos mezcladores.
Con un shot, un desarmador o una paloma, la gente no dudó en acompañar al Potrillo en canciones como Es la mujer y Estos celos, original de su papá. “¿Se la saben?”, preguntó el cantante antes de que las primeras palabras del tema hicieran que el público se levantara de su lugar a cantar y bailar.
Muy buenas noches, CDMX, ¿cómo está mi gente? Estoy muy feliz de poder volver a repetir esta hazaña, de poder volver a presentarme en esta Plaza que es de las más importantes del mundo y está en México. No tengo cómo agradecerles que este asi, abarrotada, es un honor, y tantos aplausos que me regalan. Hoy vamos a celebrar la música más bonita del universo”, dijo Alejandro antes de que las notas de Estuve tomaran vida entre el público.
Durante poco más de 30 años, El Potrillo se ha ganado un lugar dentro de la cultura popular mexicana, no sólo por ser el heredero del talento del Charro de Huentitán, sino por esa inigualable voz que tiene y la cual es inconfundible cuando temas como Si tu supieras, No sé olvidar y Hoy tengo ganas de ti se apoderan de él.
Las luces de colores bañaban al cantante que con su presencia llenaba el escenario. Era él —cantando hacia los cuatro puntos cardinales— y su voz las que abarcaban todo el entarimado. De pronto, un trompetista subía y lo acompañaba, pero al final Alejandro se rifaba solito.
Quiero que vuelvas, Que digan misa y No lo beses llegaron a completar esta parte del set de canciones, mientras que sus fans —que iban ataviados con sus sombreros— no paraba de bailar al ritmo de cada una.
Anoche, no importaba qué o quién eras, las música hacía vibrar y cantar desde la señora más refinada del ruedo, al señor con tequila en mano o a la misma señorita encargada de la seguridad, nadie se escapó de la potencia y emoción del Potrillo.
Cascos ligeros, Qué voy a hacer con mi amor y Qué lástima continuaron con la misma tendencia de los gritos y las ovaciones y de lograr un coro gigantesco; y Alejandro, entre traguito y traguito al jarrito negro que tenía en su atril, fue llevándolos por un viaje de sus canciones.
Vamos a cantar a uno de los grandes ídolos que se nos fue hace ya un tiempo, es un popurrí del señor Juan Gabriel”, dijo Alejandro antes de dar paso a este pequeño homenaje al Divo de Juárez, quien pareció en las pantallas del escenario.
Fue entonces cuando dos bailarinas —quienes también son sus coristas— ataviadas con transparencias rojas, acompañaron a Alejandro en el escenario mientras daba vida a Me hace tanto bien.
Gracias, todos hemos pasado por momento difíciles por una ruptura o por una pérdida y si hay algo que cure el alma, es un abrazo”, señaló antes de que Abrázame se hiciera presente.
Con Eso y más, Sé que te duele y Te voy a perder, Alejandro puso a bailar a sus fans, quienes entre canto, baile, uno que otro trago, y uno que otro cigarro, vapeador o puro, disfrutaban de la velada.
Quiero presentarles a uno de los compositores que está haciendo aún más grande la música mexicana”, así presentó Alejandro a Eden Muñoz, quien subió al escenario para que juntos interpretaran Decepciones. “Si a alguien le aprendí a cantar y a beber, es a este hombre”, dijo Muñoz refiriéndose a Alejandro mientras se tomaban un trago de “la reserva especial de la familia Fernández”.
Y después del momento bohemio, Alejandro puso a bailar de nueva cuenta a sus fans con Canta corazón. “Hay una colaboración que estoy muy contento de haberla hecho con un grupo que también la está rompiendo. ¿Se saben el coro?”, preguntó Fernandez antes de dar voz a Felicidades, tema que hizo junto a Grupo Firme.
Ésta es mi canción más escuchada en las plataformas digitales, por mucho, vamos a ver si es cierto”, dijo retando a su público al demostrarle que las estadísticas del streaming son correctas en lo que se refiere a Me dediqué a perderte.
Tantita pena, la cual enloqueció a los presentes, y Nube viajera —la cual le dedicó a su padre, quien cumplió en diciembre pasado dos años de haber fallecido—, fueron el preámbulo de un popurrí de José Alfredo Jiménez, uno de los máximos compositores de música mexicana, en donde estuvieron presentes Si nos dejan y Ella.
La velada se acercaba a su fin, pero Alejandro no podía dejar a sus fans con las ganas de cantar a todo pulmón canciones como Se me va la voz —en la cual las luces de los celulares iluminaron la Plaza—, Caballero, Difícil tu caso, Mátalas y Como quien pierde una estrella, tema con el que se despidió.
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